Dificultades en la meditación

Las dificultades a las que uno se enfrenta cuando inicia el proceso de meditación se agrupan en cuatro apartados principales. Su gestión es prioritaria si se quiere sacar el máximo partido a la práctica meditativa y, sobre todo, para no abandonarla antes de haber obtenido algún resultado. Los apartados hacen referencia a...:

Dificultades relativas al cuerpo físico

Las molestias, dolores o incomodidades que pudieran surgir al adoptar las diversas posturas de meditación requieren una atención especial y previa a cualquier otro trabajo. Si tenemos algún bloqueo vertebral, alguna contractura en la espalda, o alguna disfunción articular, habremos de encontrar la posición que no reproduzca el dolor, o aprender a solucionar tal obstáculo antes de permanecer periodos prolongados meditando. Sin esta toma de conciencia, la práctica puede ser un desagradable enfrentamiento con el dolor que nos haga desistir de meditar.

Dificultades relativas al estado anímico

El cansancio, la agitación, el estrés o la falta de sueño son elementos que condicionan la actitud meditativa. Si tras una dura jornada de trabajo estamos agitados por la gran cantidad de asuntos pendientes, habremos de realizar alguna técnica previa de relajación antes de afrontar la meditación. Si, por el contrario, nos sentimos fatigados y desmotivados, algún ejercicio energético como el chikung puede ayudarnos a crear una mejor disposición a la práctica.

Dificultades relativas al plano emocional

Cualquier discusión o interacción intensa con personas que tienen un vínculo emocional con nosotros afecta a nuestro estado emocional, y crea una agitación interna. La verbalización de los propios sentimientos puede hacerse necesaria antes de iniciar la meditación, pues enfrentarse solo a la dinámica interna que generan las emociones, puede crear una práctica meditativa que nos deje más tensos y alterados que antes de iniciarla.

Dificultades relativas al pensamiento

En este cuarto nivel nos enfrentamos a aquello para lo cual se crearon las diferentes técnicas de meditación. Por eso, la gestión de nuestro discurso mental interno habría de ser el último escalón a subir. Las preocupaciones y los pensamientos reiterados son el obstáculo a tener una mente en calma, y es donde la práctica meditativa resulta de utilidad. Son muchas las técnicas para gestionar el "ruido mental", y aprender a focalizar nuestra conciencia en aquello que queremos.

Esta propuesta de cuatro pasos puede requerir un entrenamiento específico, guiado por algún instructor cualificado. Pero si uno aplica constancia, conciencia y confianza a sus propias capacidades, en pocas semanas se puede adquirir la capacidad de realizar estos cuatro pasos de forma fluida y rápida. Por eso animamos a que uno persevere en la práctica regular.

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