boomerang que no vuelve

Un maestro taoísta se encontró en cierta ocasión con un aborigen australiano. Este último lanzaba un boomerang con destreza, de forma que volvía una y otra vez a su mano. El maestro taoísta preguntó:
- ¿Y siempre vuelve...?
- Si el boomerang está bien hecho y se lanza de manera adecuada - respondió el aborigen - ¡vuelve!
El taoísta se quedó pensativo y volvió a preguntar:
- ¿Y al boomerang que no vuelve? ¿cómo lo llamáis?
El aborigen se quedó un rato pensativo y respondió:
- Palo, lo llamamos... palo.

Porque aquello que pierde su función en la vida, también pierde su nombre, aunque simule seguir siendo lo mismo.

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