lo estático y lo dinámico

Incluso lo que parece estático, lleva dentro un movimiento. Hasta las más inamovibles rocas de las montañas, mantienen constante una vibración y una energía. Y en la aparente calma del lago, se perciben con nitidez las pequeñas oscilaciones de los seres que lo habitan.

En la mente del ser humano, el movimiento también es incesante. Puede que éste no se aprecie con facilidad desde fuera, pero sigue ahí, fluyendo en lo interno. Pretender una calma absoluta es una acción que, por el mero hecho de querer obtenerla, ya estamos impidiendo que se produzca.

La calma interior, como en la naturaleza, surge tras momentos de gran actividad, en los que le cuerpo busca el reposo. Es algo que sucede en aquellos que se mantienen día día, recorriendo su Camino. Y no es preciso buscar esa anhelada paz, ya que se produce como compensación al quehacer diario, de forma espontánea y fácil.

Pero a quién siente que no hace con su Vida aquello que realmente le llena y le apasiona, le cuesta encontrar esa calma, pues la mente sigue necesitando algo que dé sentido a su existencia. Por mucho esfuerzo que se haga o mucho tiempo que se invierta, si la acción no conlleva cierto grado de trascendencia, la agitación interna no encuentra su punto de equilibrio.

Y es así como hasta en el entorno más relajante o entre las mayores comodidades muchos no encuentran esa ansiada paz que tranquilice su mente. Si cada día uno no da, aunque sólo sea un paso de su Propio Camino, no hallará el descanso que tanto Anhela. 

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