meditación estática o meditación dinámica

Hay prácticas meditativas que son auténticos desafíos corporales pues, aunque son equilibradas, pueden resultar insufribles par quiénes tienen algún problema de espalda o articulaciones. Tal es lo que sucede con la clásica postura de meditación en posición erguida conocida en castellano como "abrazar el árbol" ("zhan zhuang" en chino"). En ella se trata de mantener las piernas ligeramente flexionadas, y los brazos elevados a la altura del pecho (o más arriba) formando un círculo. Esto implica una activación muscular que al principio es inapreciable, pero cuando llevas 5 o 10 minutos, se va volviendo especialmente intensa.

El problema, sin embargo, no es sólo el esfuerzo muscular progresivo, sino que, al de un tiempo de permanecer estático, la espalda puede empezar a "hablar". La ausencia de movimiento tiende a poner en evidencia las contracturas que podamos tener en la columna, y éstas se manifiestan en forma de dolores. En algunos casos son como un pinchazo continuo, que se intensifica a medida que pasa el tiempo de práctica.

Según la tradición, uno ha de enfrentarse a esos dolores y gestionarlos desde lo estático, sin moverse. Para enfrentarlos, los maestros usan frases como "trascender el dolor", "disolver las tensiones" o "abstraer la mente de la molestia". Pero la incomodidad puede ser tan grande, que la práctica meditativa parece ser, para algunos, más una sesión de tortura que una relajación.

Yo, personalmente, abogo por gestionar las molestias tomando conciencia de las mismas, pero realizando a lo largo de la práctica pequeños movimientos que alivien la molestia. El hombro, por ejemplo, es una articulación que lleva mal la falta de movimiento al estar de pie, pues el balanceo del brazo al caminar le ayuda a soltarse. Por eso, no veo mal hacer pequeños círculos con la escápula sin perder la posición, o bajar ligeramente los brazos si la molestia es muy aguda.

Para los dolores más habituales: hombro, rodilla, zona dorsal, etc., hemos buscado en nuestra escuela los movimientos que los alivien, al menos en parte. A veces es un simple gesto que pasa inadvertido a los ojos de un espectador externo, otras habrá de ser algo más evidente. Pues para nosotros, lo importante no es el tiempo que permaneces sin moverte, sino la conciencia que tomas de tus tensiones, y lo que aprendes para poder gestionarlas.

Por supuesto, lo puristas de estas disciplinas no verán con buenos ojos el uso del movimiento en una meditación que se presupone estática. Pero igual que en un yin-yang, en el interior de lo dinámico está lo estático, y viceversa. Por eso en el movimiento fluido de las secuencias de Taichí, tratamos de buscar lo estático en la mente y en la columna vertebral. Y en lo estático de la meditación, parece adecuado dejar espacio al movimiento que aporte un sentido y una relevancia mayor a la inmovilidad.

Lo estático y lo dinámico no son más que dos energías en armonía, que cada cual intenta sintonizar en función de sus capacidades y de su momento vital en el presente.

Comentarios